Humanos, animales y progreso

Introducción

"Perros de paja: reflexiones sobre los humanos y otros animales" de John Grey es una obra que cuestiona el concepto de naturaleza humana y el papel de la humanidad en el universo. Sostiene que la creencia en la superioridad humana y la capacidad para controlar el destino son una ilusión.

El subtítulo de esta obra ya sugiere que no somos una especie diferente. Somos también animales, aunque nos hemos creído superiores porque pensamos tener un alma diferente a la de los mamíferos, o un “yo” consciente que no tienen ellos.

¿En qué nos diferenciamos de las demás especies?
La respuesta de Grey es “en nada”. Somos producto del azar y de la evolución; nuestras vidas no tienen un propósito especial.

Tecnología y redefinición del ser humano

Las nuevas tecnologías, la biotecnología, la nanotecnología y la robótica ya están transformando nuestras vidas en el sentido de que pueden variar nuestros pensamientos y conductas. Los avances en genética nos proporcionan también la manipulación de los embriones “a la carta”.

¿Las tecnologías harán posible una transformación del ser mismo distinta de lo que conocemos hoy por “humano”? ¿Es deseable esta transformación? Y una pregunta que resulta un tanto aterradora: ¿en qué manos está esta decisión?

Crítica al cristianismo y al humanismo secular

Grey critica tanto el cristianismo como el humanismo secular, y sostiene estas tesis:

  • Los seres humanos somos el resultado del ciego devenir evolutivo.

  • El error esencial del cristianismo es considerar a los seres humanos como diferentes del resto de los animales.

  • Rechaza la promesa cristiana de salvación universal como una ilusión, y ve en el humanismo secular una versión secularizada de esa misma promesa.

  • Gracias a la ingeniería genética, ya no tenemos necesidad de estar gobernados por el azar; la humanidad puede intentar configurar su propio destino.

Para dar profundidad a este cuestionamiento, es el mismo Gray quien recurre a destacados científicos y filósofos contemporáneos, integrando sus voces a lo largo de Perros de paja. Así, Gray toma elementos centrales de la obra de Edward O. Wilson para mostrar cómo la biología evolutiva socava la creencia en una “naturaleza humana” esencial y separada del resto del reino animal.

John Grey: especie, evolución y el mito del progreso

Hoy, dice Grey, la mayoría de las personas creen formar parte de una especie capaz de ser dueña de su destino. Pero Darwin nos enseña que las especies no son más que conglomerados de genes que interactúan aleatoriamente unos con otros y con sus entornos cambiantes. Las especies no pueden controlar su destino. Grey recalca:

"Las especies no existen y los seres humanos no son una excepción en este sentido, aunque siempre se olvida esto cuando hablan de ‘progreso de la humanidad’."

Para los evolucionistas, los seres humanos somos el resultado de un ciego devenir evolutivo. Sin embargo, gracias al poder de la ingeniería genética, ya no tenemos necesidad de ser gobernados por el azar: se nos promete que el hombre puede configurar su propio futuro evolutivo.

Creer en el progreso es creer que si usamos los poderes que nos ha dado el creciente conocimiento científico, los seres humanos podremos liberarnos de los límites que condicionan las vidas de otros animales.

Edward O. Wilson: genética, evolución y comportamiento

En su obra "Sobre la naturaleza humana", Edward O. Wilson explora cómo la evolución biológica se conecta con el comportamiento humano, sugiriendo que muchos aspectos de nuestro actuar se explican mejor desde la genética y la evolución.

Wilson, el mayor darwiniano contemporáneo, ha sido criticado por biólogos y científicos sociales, que creen que los humanos no seguimos las mismas reglas que los demás animales. Sin embargo, Grey argumenta que la idea de que los seres humanos pueden mejorar y progresar conscientemente es un espejismo, una herencia de antiguas esperanzas cristianas.

Conclusión

Pensar que la humanidad puede tomar las riendas de su destino solo tiene sentido si le atribuimos conciencia e intención a la especie. Solo si aceptamos esa atribución, parece razonable imaginar que en el próximo siglo la naturaleza humana pueda ser moldeada científicamente.

Con Grey hemos visto que la idea de un destino especial para la humanidad es más bien un mito. Pero queda una pregunta clave: ¿qué pasa cuando la ciencia y la tecnología entran en juego?

En otro post titulado El mito del progreso y los límites de la ciencia: una crítica desde John Grey exploramos, a partir de Grey, cómo el fundamentalismo científico y las nuevas tecnologías pueden desafiar lo humano.

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