El mito del progreso y los límites de la ciencia
Creemos en el progreso. Es casi un artículo de fe en nuestra cultura: la ciencia y la tecnología avanzan sin cesar, resolviendo problemas y construyendo un futuro mejor. Pero, ¿y si esta fe ciega fuera nuestro mayor peligro?
El filósofo John Gray es uno de los críticos más feroces de este optimismo. Pero no está solo. Otros pensadores de primer nivel nos han advertido que los riesgos de nuestros avances son tan reales como sus promesas.
Bill Joy: cuando el poder de un dios cae en manos de un hombre
Pocos lo expresaron con la claridad de Bill Joy, cofundador de Sun Microsystems y una leyenda de la tecnología. En el año 2000, lanzó una advertencia que resuena con más fuerza que nunca:
“Las tecnologías del siglo XXI —genética, nanotecnología y robótica— son tan poderosas que pueden crear categorías completamente nuevas de accidentes tecnológicos. Por primera vez, esos accidentes están al alcance de individuos y grupos reducidos."
El mensaje es escalofriante. Ya no se necesita el poder de un Estado para causar una catástrofe. El fundamentalismo tecnológico, esa fe inquebrantable en que todo avance es bueno, ignora que hemos puesto un poder sin precedentes en manos de cualquiera. Como diría Grey, hemos olvidado los riesgos inherentes a cada paso que damos.
Una religión secular
Esta advertencia nos devuelve a la reflexión central de Grey: tratamos a la ciencia con una reverencia casi mística. Los "fundamentalistas científicos", como él los llama, la ven como la búsqueda desinteresada de la verdad, una especie de religión sin dios.
Sin embargo, Grey argumenta que la autoridad real de la ciencia no es su "verdad", sino su capacidad práctica para manipular el mundo. Este poder nos embriaga, refuerza nuestro ego como especie (antropocentrismo) y nos hace creer que la naturaleza es algo que debemos someter con nuestro conocimiento.
¿Estamos destinados a la verdad o a la supervivencia?
El humanismo moderno ve la ciencia como la herramienta definitiva de liberación. Pero aquí es donde Grey introduce a Darwin para demoler el argumento.
Si aceptamos la teoría de la evolución, la mente humana no tiene un propósito superior. No está diseñada para encontrar la "verdad"; está diseñada para sobrevivir. Pensar que somos una excepción, que nuestra razón nos eleva por encima del resto de la naturaleza, es recaer en un pensamiento predarwiniano. El darwinismo, si lo tomamos en serio, dinamita la idea de un progreso lineal guiado por la razón humana.
¿Somos un accidente o alguien especial?
Esta tensión se ve perfectamente en la obra del biólogo Jacques Monod. Él defendía con brillantez que la vida es pura casualidad, el resultado de una "extracción afortunada en la lotería cósmica". No hay plan, no hay propósito. Somos producto del azar y la necesidad.
Sin embargo, Monod no podía evitar darle a la humanidad un papel estelar: somos la única especie consciente de su propia insignificancia. Y aquí, Grey señala la contradicción: Monod intenta ser naturalista (no somos nadie especial) y humanista (somos los únicos que importan) al mismo tiempo. Es un intento de encontrar un significado especial que un naturalismo riguroso simplemente no justifica.
Entre el transhumanismo y el escepticismo
Tanto Joy como Monod reconocen el poder transformador de la tecnología. El transhumanismo ve en este poder la promesa de un futuro dorado. Grey, en cambio, se mantiene radicalmente escéptico. Sus razones son claras:
Riesgos éticos: Un control excesivo sobre la naturaleza humana abre la puerta a peligros inimaginables.
Desigualdad: Advierte sobre una posible deshumanización y la creación de brechas sociales insalvables.
La historia no es una línea recta: Negar que el progreso es lineal es simplemente observar la realidad, con todos sus fracasos y consecuencias imprevistas.
Al final, el debate nos deja en una encrucijada. ¿Usaremos nuestro poder para convertirnos en los dioses de nuestro propio destino, o somos simplemente "perros de paja" —título de su obra más célebre— atrapados en fuerzas que nunca podremos controlar del todo? La pregunta sigue abierta.